Jesús García / Reportaje
El F.C. Barcelona ha decidido renovarse tras el fracaso de esta temporada, y para esta renovación ha recurrido al pasado, a uno de los mejores jugadores de su historia y capitán del Dream Team que llenó de ilusiones a los aficionados de los años noventa. La junta directiva del Barça con Joan Laporta a la cabeza ha decidido que Josep Guardiola sustituya a Frank Rijkaard como entrenador del equipo. Nada hacía pensar a Pep hace dos años, cuando jugaba en el Dorados de Sinaloa (un club Mexicano recién creado), que iba a acabar como entrenador del equipo que le vio crecer y que, años después, le dejó (o le invitó a) marchar.
Guardiola llegó al F.C. Barcelona en 1984, con tan sólo trece años, procedente del Gimnàstic de Manresa. Destacó como centrocampista en el filial del Barcelona hasta que Johan Cruyff, que llevaba ya tres años en el club, le seleccionó para el primer equipo. A pesar de su juventud, se adaptó sin problemas a su nuevo papel, que le llevaría, tras la retirada de Jose Mari Bakero, a ser el capitán del Barça y líder del mítico Dream Team. Símbolo del equipo desde ese momento, Guardiola siempre se caracterizó por su excepcional visión de juego y la precisión en el golpeo del balón.
Su gran momento llegó tras su segunda liga con el Barça en primera división. Junto a él y bajo su batuta, Stoichkov, Bakero, Ferrer, Koeman, Zubizarreta y Laudrup, entre otros, hicieron que el Barça se alzara con su primera Copa de Europa. Y un mes más tarde, logró con la Selección Española la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Tras estas victorias, llegaron varias ligas, una desastrosa final de la Champions y la época de Louis Van Gaal, que a pesar de su mala fama, reportó dos ligas al primer equipo de la Ciudad Condal.
Una grave lesión producida el 31 de agosto de 2000, marcó su destino en el equipo catalán. Unos meses apartado del campo y varias recaídas le llevaron, el 11 de abril de 2001, a abandonar el club de sus amores, tras 379 partidos jugados, de los cuales ganó 224, empató 82 y perdió solamente 73. A sus espaldas quedaban seis Ligas, dos copas de Rey, cuatro Supercopas de España, una Copa de Europa, una Recopa y dos Supercopas de Europa.
Lejos de casa
Tras abandonar el F.C. Barcelona, Guardiola se marchó a Italia a jugar en el Brescia, equipo de la serie A del Calcio. En un breve espacio de tiempo y gracias a una excelente campaña del club, la Roma se interesó por él y decidió ficharle. Lamentablemente para Pep y para el equipo, al frente de la Roma estaba Fabio Capello, que no estaba dispuesto a contar con el centrocampista en su plan de equipo. Por esta razón, a mitad de temporada, en el mercado de invierno, Guardiola volvió al Brescia.
Corría ya el año 2003 cuando el jugador dejó Italia para probar suerte todavía más lejos, ya que fue contratado por el Al Ahly, equipo centenario de El Cairo, que participaba en la liga de Qatar. Allí fue elegido mejor jugador extranjero en su primer año y compartió campeonato con jugadores como Batistuta, Caniggia y su compatriota y rival en la liga española Fernando Hierro.
Tras un breve paso por España donde aprovechó para realizar el curso de entrenador (lo que ya hacía prever su retirada como jugador), en 2005 fichó por el Dorados de Sinaloa, un equipo ciertamente menor tras haber rechazado, ese mismo año, las ofertas de los clubs ingleses Manchester City y el Wigan Athletic. Tras sólo una temporada en el equipo Mexicano, Josep Guardiola volvió a casa, donde la justicia tenía que resarcirle de un mal trago del pasado.
Malos momentos
Fue en su época con el Brescia, en noviembre de 2001. Pep dio positivo por nandrolona en un control antidopaje tras un partido contra el Piacenza. Esto le supuso cuatro meses de suspensión, 2.000 euros de multa y una pena de cárcel de siete meses. Finalmente, Pep no tuvo que cumplir la pena de prisión, pero eso no le disuadió de luchar por demostrar su inocencia, ya que el jugador negó siempre haberse dopado. Tras numerosas pruebas médicas que explicaban que el cuerpo de Guardiola producía de forma natural más nandrolona de lo normal, la justicia italiana continuaba sin darle la razón. Ni siquiera un informe de Jordi Segura (miembro de la comisión del COI) convencieron en ese momento a la Fiscalía Italiana. Tuvieron que pasar seis largos años hasta que el Tribunal de apelación de Brescia le absolvió de los cargos bajo la fórmula de que "el hecho no subsiste", lo que, según Tomaso Marchese, su abogado en Italia, es una "absolución muy amplia y evidencia que Pep no se ha dopado nunca".
Vuelta a casa
En noviembre de 2006, tras abandonar México, Guardiola anunció su retirada definitiva como jugador. Terminó su curso de entrenador (que había interrumpido por marcharse al Dorados) y, un año después, el 21 de junio de 2007, se estrenó como entrenador del Barcelona B.
Ha bastado solamente una temporada como técnico del filial para que Laporta (al que sólo le quedan dos años al frente del Barça y debe contentar a los socios de cara a la reelección) le llamara para sustituir a Rijkaard como entrenador del primer equipo. Ahora a Pep le queda por delante un gran reto: hacer olvidar la última temporada del equipo culé y conseguir remodelar un equipo construido con una visión muy distinta a la suya, la visión de un Rijkaard que deja un Barça derrotado en manos de uno de los mejores jugadores españoles de los últimos tiempos.
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