viernes, 29 de agosto de 2008

Tragedia arérea en Barajas

ANA MARTIN/REPORTAJE



Una tarde negra

Hace hoy ocho días el aeropuerto de Barajas fue el escenario de la peor tragedia aérea vivida en la capital de España en el último cuarto de siglo cuando, en torno a las 14,45 horas, un avión de la compañía Spanair que acababa de despegar se estrelló contra el suelo, se partió en dos y se incendió, provocando la muerte de 154 personas.

El avión trasladaba a 162 pasajeros a la isla de Gran Canaria, de los cuales, tan solo han sobrevivido 18, varios de ellos siguen en estado crítico aunque desde hace tres días están dando de alta a los menos afectados, como es el caso de Beatriz Reyes.

El lugar del siniestro, en las cercanías de la nueva Terminal 4, quedó marcado por una densa columna de humo negro, hacia la cual se dirigieron de inmediato decenas de ambulancias y vehículos de los diversos servicios policiales y de Emergencias. Ya en el lugar de la catástrofe, los profesionales sanitarios se encontraron con un panorama verdaderamente dantesco, ya que el fuego calcinó por completo decenas de cuerpos que quedaron irreconocibles y están haciendo mucho más difíciles las tareas de identificación.

La escasez de información se tradujo en numerosos ataques de ansiedad e hizo necesaria la presencia de varios psicólogos, que atendieron a los familiares más alterados.

Los cuerpos de los fallecidos fueron trasladados a un pabellón del recinto ferial de Madrid (Ifema), al igual que se hizo el 11-M, donde la Policía Científica y un equipo de unos 20 forenses procedieron a las labores de identificación.


Tripulación experta

Nada más sucederse la tragedia, el sindicato de pilotos españoles, SEPLA, se apresuró a pedir la “máxima prudencia” a la hora de analizar el posible detonante del siniestro y a través de un comunicado, recordó que “será necesario esperar a las pesquisas de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil, dependiente del Ministerio de Fomento”.

En todo caso, el SEPLA manifestó que la tripulación del aparato accidentado estaba “perfectamente cualificada” y tenía “acreditada su gran experiencia en el manejo del modelo de avión accidentado”.

Tampoco parece que la desgracia pueda ser achacable a la falta de mantenimiento del aparato, puesto que el MD-82 tenía 15 años de antigüedad y había pasado su última revisión, a manos del propio equipo de la compañía, el pasado 24 de enero.

Como consecuencia del accidente, la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, que estos días registra una actividad frenética debido al período vacacional, registró grandes colas de pasajeros, la mayoría de los cuales reclamaban por los generalizados retrasos en el despegue de sus aviones.



Muestras de afecto

La Familia Real aseguró seguir de cerca los acontecimientos “consternada” y el Rey Don Juan Carlos estuvo en contacto permanente con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que suspendió sus vacaciones en Doñana para trasladarse a Barajas y poder así vivir en primera pesona el suceso, al igual que la vicepresidenta De la Vega.

También los ministros del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y de Fomento, Magdalena Álvarez, siguieron in situ los acontecimientos, así como el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón.

El líder de la oposición, Mariano Rajoy, interrumpió asimismo su descanso en Galicia.


Lo más complejo: la identificación de los cuerpos

La prolongación de las labores de identificación de cadáveres ha provocado que el funeral por las 154 víctimas, previsto para el día 1 de septiembre, se posponga hasta el día 11.

Ayer los laboratorios de la Guardia Civil, de la Policía Nacional y del Instituto Nacional de Toxicología lograron identificar otros doce cadáveres. Ya son 107 los identificados y aún quedan 47 pendientes de que las labores de los investigadores den sus frutos.

Es posible que la identificación de una veintena de los cadáveres que restan se prolongue por algún tiempo. En algunos casos, puede que finalmente no sean identificados, aunque los equipos trabajan “con la hipótesis de de identificar todos los restos”, como afirmó el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Los restos mortales que presentan mayor dificultad son algunos muy deteriorados por las circunstancias del accidente, los de un niño adoptado, del que es complicado que se obtengan muestras de ADN y puede que tenga que ser identificado por exclusión, y los de algunos familiares que viajaban juntos en el vuelo, ya que el hecho de que compartan el mismo código genético dificulta diferenciar qué restos pertenecen a cada uno de ellos.

A medida que aumenta el número de restos mortales identificados, los familiares de las víctimas van abandonando el Hotel Auditorium, en el que se encuentran alojados desde el jueves pasado.