Jesús García / Editorial
Al parecer, Hillary Clinton ha asumido su derrota en las primarias contra Obama y ha decidido aliarse con él para conseguir ser vicepresidenta. Aunque un poco saturantes, las primarias demócratas estadounidenses han sido interesantes. Zancadillas, rumores, guiños, aires modernos y progresistas y también algo del conservadurismo de siempre.
No hay una gran diferencia entre los grandes partidos políticos. La rotación política (que vaya cambiando el partido en el gobierno) es realmente beneficiosa, siempre que se llegue a acuerdos tácitos y firmes entre los partidos en temas básicos como la educación. A Estados Unidos le conviene un cambio de gobierno y que la casa blanca pase a manos demócratas, igual que dentro de cuatro u ocho años será necesario un viraje de los votos hacía las lides republicanas.
En Estados Unidos está asumido por la población que cada cuatro u ocho años hay que cambiar de partido. Cantarle las cuarenta al que se va y alabar al que llega y, así, equilibrar la balanza cada una o dos legislaturas. En España eso nunca sucederá. Aquí la gente es fanática en todo y en política, obviamente, también.
Tenemos que aprender a juzgar pensando en la realidad y en lo mejor para todos, y no sólo en los prejuicios y en la viejas imágenes estereotipadas. Pero el problema no es la gente. Aquí esto nunca sucederá porque los partidos tampoco lo han comprendido. Nunca se llegará a acuerdos para el beneficio común y los partidos y la ciudadanía seguirán cada uno a la suya. España siempre será un país de toreros y folclóricas.
martes, 10 de junio de 2008
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